MANIPULACION INFORMATIVA
Antena 3 falsea y deteriora la imagen de Tailandia
por Herr Peter

Da la impresión de que EL MUNDO TV le tiene querencia al mundo de la prostitución en Tailandia. El pasado jueves por la noche, dentro del programa “7 días, 7 noches”, presentado por el periodista Pedro Piqueras, nos ofreció de nuevo un reportaje, con cámara oculta, sobre dicho tema. Me esperaba lo peor: una imagen sesgada de lo que es en realidad este maravilloso país.
Mi vídeo se puso en marcha como elemento imprescindible en la disección que iba a efectuar.

Tras la psicodélica y enervante carátula del programa aparece el periodista aseverando con rotundidad y a modo de presentación:

“Tailandia es el mayor paraíso sexual del mundo”(...) “miles de niños y niñas son obligados a prostituirse”.
Estoy seguro de que en la Embajada tailandesa en España estaban dando palmas de alegría.
¿Cómo se atreve a aseverar de forma tan tajante algo semejante sin prueba ni documento alguno? ¿De dónde obtiene los datos? ¿Hay algún ranking mundial realizado por la ONU sobre prostitución? ¿Existe un registro oficial en el que deben inscribirse las prostitutas? ¿Se ha dado una vuelta de noche por la Casa de Campo de Madrid? Ç

Seriedad, señores, seriedad. Y si se quieren hacer sentencias de una forma tan tajante, no estaría de más citar las fuentes. El programa habría empezado mejor si antes una frase tan demoledora hubiera dicho:
“Según XXX, Tailandia es....”

La investigación de campo la llevan a cabo dos jóvenes, muy jóvenes me atrevo a decir, reporteros. De entrada nos presentan Patpong (no “el Patpong”, como se cansan de decir), dos calles de unos doscientos metros flanqueadas de bares, tiendas y restaurantes.

Pero su atención se centra en los bares de chicas y travestis. Deambulan de aquí para allá y acaban en un local al que sólo van los turistas más incautos, les cobran 2000 bahts (40 euros) por una chica, un robo. Juntos se van a una de las pensiones que alquilan habitaciones por horas. Nos enseñan el cuarto y el baño. ¿Qué pasó luego? ¿Se aprovecharon de la pobre chica indefensa y explotada o la dejaron marcharse? Nos quedamos con la incógnita.

Mientras tanto, la voz en off, nos señala que la policía lucha contra la prostitución. Más adelante, cuando P.Piqueras les pregunta si el gobierno y la policía hacen algo para remediar la situación, su respuesta es tajante: “No hacen absolutamente nada”. ¡A ver si coordinamos un poco las ideas de los reporteros con las de los redactores!

Su paseo continúa por los archiconocidos locales de espectáculos en los que las hábiles señoritas muestran su pericia a la hora de utilizar sus músculos vaginales. Podemos ver imágenes de chicas lanzando dardos, fumando, expulsando plátanos con fuerza, etc.

Están libremente ejerciendo el trabajo que han elegido. ¿Qué hay de malo en ello? Si lo hacen en la sala Bagdad de Barcelona está bien, si se hace en Bangkok está mal. Un poco de seriedad, señores.

Al día siguiente, los audaces reporteros deciden visitar salones de masajes donde las mujeres están sentadas en unas gradas tras un cristal.
“Las mujeres están sentadas y clasificadas”, “Parecen ganado”, “Parece una subasta”.
¿Qué quieren, que estén abiertas de piernas? La apreciación es muy subjetiva y está en función de la posición que adopta el cliente. Si te crees un magnate que va de compras, las verás como ganado, si vas como una persona normal que va a pasarlo bien un rato, verás a las mujeres de igual a igual.

La clasificación se hace para poner un orden y saber qué servicios ofrece cada señorita. “Probablemente hay menores” nos dice la voz en off. ¿Cómo que probablemente? ¡O las hay o no las hay!

Dudo mucho que los periodistas pudieran ver algún carnet de identidad, y de haberlos visto, habrían comprobado que estos locales (los que dan acceso a turistas desconocidos) no se arriesgan a contratar menores.

¿A qué se debe esta insistencia en hacer pensar al telespectador que hay menores prostituyéndose en cada esquina de la geografía tailandesa? Es muy triste tener que recurrir al morbo fácil para ganar audiencia utilizando la MENTIRA.

Su desconocimiento va aflorando a medida que avanza el reportaje. “(Las mujeres) no pueden ver a los turistas porque el cristal es opaco para ellas”, aseveran. ¿Han pasado al otro lado para comprobarlo? ¡NO! ¿Entonces por qué dicen que ellas no pueden ver a los clientes potenciales? Sí pueden ver. En algunos casos, los menos, la vista se limita a una franja de unos 50 centímetros que queda a la altura del rostro, por lo que la cara, como mínimo, te la ven.

Otra cosa es que no les intereses y pasen de ti o prefieran ver la telenovela que emite la televisión en ese momento. En más de una ocasión me he encontrado con chicas con prisas por subir a la habitación, no por satisfacerme con rapidez, sino por encender el televisor del cuarto para seguir el desarrollo de su serie favorita.

Obvia decir que les timaron con el precio, 4000 bahts (80 euros). Para ilustrar cómo son explotadas las pobres chicas, nos muestran unas imágenes en las que el sufrido reportero no tiene otro remedio que ejercer de explotador. Lo suyo hubiera sido haber fingido una repentina indisposición y dejar a la “víctima” marcharse. Pero el joven periodista optó por “darse un homenaje”. ¿A que lo pasaste bien con el body-body, amiguete?

Por la noche vuelven a la carga. Entablan conversación con un par de chicas y “nos llevamos a dos chicas para entrevistarlas” jajaja, permítanme la carcajada. Sueltan una nueva perla: “Una aparenta ser menor, nadie en el hotel le pide el DNI”. Ya volvemos con la misma historia: o es menor o no es menor. ¿Tan difícil es pedir un DNI? Yo los pido a menudo y todas lo llevan encima.

Si los del hotel no le dicen nada, ¿no será que ellos ven claramente que no es menor? Al subir a la habitación, surge un problema: la chica apenas sabe inglés. ¡Ay qué briboncete! Se ve que en el bar donde la conociste, estuviste ocupado en otros menesteres y no te diste cuenta de que no hablaba inglés. ¡Hombre de Dios! Si vas a entrevistar a alguien, antes entérate de si hablais el mismo idioma.

“Cobra quince euros, su familia podrá vivir varios días”. Ella no cobra. El periodista le da un billete y ella, sorprendida, se marcha. ¿Y de qué familia habla? Si no ha podido comunicarse con ella y no sabe si tiene familia o si es ludópata. Por cierto, la segunda chica, la que está con el compañero de faena, no se dice nada. Tal vez sí tenía don de lenguas y no convenía que apareciera en pantalla.

Para finalizar el episodio, el joven comenta: “Parece que los del hotel se alegran (de la compañía), te dan facilidades y luego cargan un suplemento”. Pues sí, si contratas una habitación individual y luego se emplea como doble, se cobra suplemento, en Tailandia y en todo el mundo. Hay que viajar un poco más para no ir soltando memeces. ¿o la intención es hacer pensar al espectador que los hoteles tailandeses forman parte de una supuesta “macro-mafia” dedicada a explotar a sus connacionales?

La sesión de entrevistas con tailandesas no termina allí. En otro momento del programa contactan y se llevan a la habitación a otra damisela. En esta ocasión no hay problema idiomático. La joven comienza con la perorata de siempre: su padre está enfermo, tiene un hijo que mantener y todas las desgracias que uno quiera añadir. Me da la impresión de que el día del padre en Tailandia, se celebra más en los hospitales que en otro lugar, ya que todos los padres de estas chicas están enfermos o ya, directamente muertos. Es curioso que a los que hablamos tailandés, y somos habituales de esos lares, no nos cuentan la misma historia. Me da que pensar...

El colmo del despropósito del reportaje se produce durante otra entrevista en Pattaya, “un gigantesco prostíbulo” según Pedro Piqueras. Estos jóvenes periodistas tienen cierta fijación con las menores y, de “motu propio” o por orden de sus superiores, quieren absolutamente encontrarse con una de éstas. En un go-go bar conocen a una joven que ellos dan por hecho que es menor. Pagan al bar para poder sacarla y en la habitación, con la cámara grabando, se da el siguiente diálogo en inglés:

¿Cuántos años tienes?
Veinte (con acento tailandés, pero dicho con claridad. Está grabado)
¿Diecisiete?
Sí... (responde titubeante, como diciendo: “lo que tú quieras”)

Como buen samaritano, le aconseja que tenga cuidado con la policía. Ella responde afirmativamente, afianzando más al ingenuo periodista que cree tener un documento extraordinario, cuando en realidad, lo que tiene es a una chica tailandesa de 20 años sentada en una cama, recién duchadita y con la toalla alrededor del cuerpo, esperando satisfacer al laborioso profesional tras una dura jornada. Lo mínimo que se le puede pedir a un periodista es que escuche. ¡Qué le retiren el carnet y que repita la carrera!

Las entrevistas a turistas y residentes forman parte importante del reportaje, no tienen desperdicio. El primero en aparecer en pantalla es un español que reside en Tailandia desde hace muchos años. Hablan sobre la supuesta compra-venta de niñas que se produce en las zonas pobres del país, algo de lo que todo el mundo habla, pero nadie ha visto. Estoy seguro de que sucedió en el pasado, pero hoy en día, si se da el caso, es en ocasiones muy contadas, lo que no deja de ser una vergüenza.

El hombre entrevistado en un parque de Bangkok (ayer me confirmaron que fue en el parque Lumpini, ¿verdad?) es el mismo que apareció hace menos de un año en otro reportaje del mismo corte y también producido por EL MUNDO TV.

Se llama J.J.B (hoy se lleva mucho eso de las siglas) y no entiende por qué le ponen el rostro borroso y le cambian la voz, tiene amigos en España y quiere su minuto de gloria. La próxima vez, no le llamen que ya está aburrido de hacer de guía nocturno para que luego no le reconozca nadie. Agradece los 500 euros que le dieron por el primer reportaje.

En su día, no entendió el por que de tamaña generosidad por una noche de paseo. ¿Por qué no le dijeron claramente lo que querían hacer? ¿Era la cara borrosa un elemento más para darle un halo de misterio y peligrosidad al documento? Por otra parte, esta persona se hace eco de algo que se dice, se cuenta, se comenta, pero que no sabe a ciencia cierta.

Es absurdo que más adelante, en respuesta a una pregunta de P.Piqueras sobre venta de hijas, los periodistas respospondieran: “Sí, nos lo confirmaron”. Si la confirmación era la respuesta de J.J. B., lo mismo hubiera dado preguntarle al vendedor de fruta de la esquina.
Para el reportaje que nos ocupa habrían tenido que llamar a F. R., “Paco el sevillano” para los amigos, sé que les dieron su número de teléfono. Les habría dado muy buena y sobre todo VERÍDICA información sobre la vida de estas chicas tailandesas. Vive en Tailandia, tiene familia tailandesa y habla tailandés, laosiano y algún otro idioma a la perfección. Pero tal vez LA VERDAD habría estropeado el reportaje planeado.

En Pattaya entrevistan al supuesto propietario de un go-go bar. Digo supuesto, ya que los extranjeros, por ley, no pueden ser propietarios de ningún local, como máximo pueden poseer el 49% del negocio. La cuestión es que el individuo empieza ya mal diciendo que desde hace tres años la prostitución es ilegal en Tailandia. La prostitución SIEMPRE ha sido ilegal en Tailandia. Otra cosa es que desde hace tres años, el gobierno ha puesto más empeño en controlar (se está debatiendo la legalización en el parlamento) estas actividades para dar una mejor imagen del país.
Si se quiere información fiable, la puerta de un garito de Pattaya no es el lugar más adecuado, y si allí se obtienen datos, lo mínimo es contrastarlos.

Otro error se produce durante esta entrevista, en este caso un error de traducción que lleva al espectador a interpretar mal lo que dice el interlocutor, todo ello, casualmente, para aumentar el morbo en torno al tema que tratamos.
El inglés explica el procedimiento por el cual un cliente interesado en una chica se la puede llevar del local. En un momento dado dice que el interesado paga al bar “a fine”, es decir una penalización por llevarse a una empleada que no va a generar más beneficios durante la noche. En la traducción se puede leer: “el cliente paga una parte al bar”.
No se paga ninguna parte de nada al bar, simplemente se compensa la pérdida de una trabajadora, que si estuviera en el bar haría consumir a otros clientes.

Siguiendo atentamente la entrevista, uno se percata de la contradicción en la que incurre el traductor, ya que el mismo sujeto aconseja que se acuerde con antelación el precio a pagar directamente con la chica. El bar no interviene en la transacción. En la mayoría de los casos, los propietarios de los bares no saben lo que cobran las chicas que allí trabajan, dado que es algo elástico, si a la chica les haces gracia y le caes bien pues no pagas nada, si eres japonés, tienes 60 años y además eres borde, pues ya puedes ir sacando la visa oro.

En un alarde de imaginación, todavía tienen fuerzas para soltar una última perla que tiene como protagonista a un grupo de monjes budistas.
“Los más noctámbulos reciben una visita inesperada: unos monjes budistas se acercan por Walking Street, rezan para que se purifique la zona. Lo hacen todas las mañanas, intentan transmitir un mensaje de buenas intenciones en este salvaje paraíso del sexo”.

¡Lo sorprendente habría sido ver a un grupo de monjes franciscanos! En cualquier guía básica para turistas se puede leer que este ritual lo llevan a cabo todos los monjes de toda Tailandia, todos los días de todo el año. Salen sobre las cinco de la mañana a pedir comida y ofrendas porque ellos no pueden cocinar. Poco o nada les importa de lo que sucede en esa calle durante las horas que ellos duermen.

No son católicos, por lo tanto, su visión sobre el sexo y la prostitución difiere bastante de lo que el “avispado” periodista cree. ¿Se habrán acercado a alguno de los numerosos templos que decoran el paisaje siamés? No, seguro que no. Se habrían llevado una sorpresa y la estampa que marca el final del reportaje habría perdido su encanto. Los efluvios del alcohol hacían estragos a esas horas y les hacían ver cosas que no son. ¡Menuda irreverencia!

Se repite hasta la saciedad que hay menores prostituyéndose por cada esquina (¡hasta 200.000 ¡) con frases como:

“hay gran cantidad de mujeres dedicadas a la prostitución, entre ellas muchas menores”, y no son capaces de mostrar ni una mísera fotografía.

Si hubieran hecho bien su trabajo, preguntando e informándose antes de meterse en la jungla que es Bangkok, habrían dado con prostitutas menores. Pero menores de edad para votar, no para irse con quien les da la gana.

Según la ley tailandesa, la edad a partir de la cual se puede trabajar en un bar es de 16 años y la edad a partir de la cual se pueden mantener relaciones sexuales es la misma. Es decir, se pueden encontrar mujeres de esa edad ejerciendo la prostitución sin que ello suponga quebranto de la ley, si no fuera porque ejercicio de dicha profesión sí es ilegal.

Pero ningún policía puede entrar en una habitación libremente y mucho menos ser testigo de la transacción comercial. Ayer mismo recibí un e-mail de una amiga que se encuentra en dicha situación: es menor, trabaja legalmente y nadie le pregunta lo que hace de puertas para adentro.

Sobra decir que nuestras conversaciones distan mucho de las que podrían mantener con dos incautos que llevan escrito en la frente “Born to pay” es decir “nacido para pagar”.
Nada de lamentaciones, peticiones monetarias, y demás zarandajas para turistas, cuando hablamos lo hacemos como dos amigos que se encuentran en un bar.

Que nos venga con moralinas, mostrándonos Tailandia como si fuera Sodoma y Gomorra, precisamente un programa que basa su atractivo en el sexo y lo utiliza como reclamo, me parece lamentable.

La situación de las prostitutas en España es bastante más lamentable. Llegan en tropel desde todos los puntos cardinales, unas engañadas y otras no. Son retenidas por sus proxenetas bajo amenaza de muerte. Las fuerzas de orden público SÍ HAN DETENIDO MENORES EN ESPAÑA. El espectáculo que se da en nuestras calles, no se da allí. Y en cuanto al número de profesionales del sector, me temo que España le lleva ventaja desde hace tiempo a Tailandia. De justa aplicación es en este caso el consabido dicho: “Unos cardan la lana y otros se llevan la fama”.

Un programa tendencioso plagado de contradicciones, exageraciones, tergiversaciones, hecho sin contrastar ningún dato, eso es lo que nos ofreció Antena 3 de la mano de Pedro Piqueras y dos aprendices de periodista.

Otras cosas dichas esa noche quedan en el tintero, pero estoy convencido de que EL MUNDO TV volverá a arremeter contra este magnífico país del sudeste asiático, y para entonces ya estaré yo de nuevo ojo avizor. ¿Qué reportero va a negarse a una semana de alcohol y mujeres con todos los gastos pagados y además remunerados?

Y como siempre, no duden en enviar sus comentarios y/o preguntas a: herrpeter@putalocura.com  HERR PETER