Ardua y difícil es la tarea de
describir semejantes lugares ya que sólo una visita permite
apreciar en toda su amplitud lo característico de dichos
establecimientos. pero voy a intentarlo.
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En
primer lugar no se llaman "bar" (eso es para los degenerados
blancos), se llaman karaoke, café o incluso restaurante, dado
que los thais nunca se toman las copas a palo seco, siempre
comen, y no cacahuetes precisamente.
Desde el exterior
no se puede ver lo que hay dentro. En la fachada hay un tablon
protegido por un cristal, en el que se pueden ver las fotos de
las "cantantes".
Al entrar te recibe una legión de
camareros/as ataviados con uniformes desgastados de los años
70 (chaleco rojo o verde, pajarita negra, pantalón negro que
siempre les viene grande).
La primera impresión que uno
recibe es que el local está abriendo o a punto de cerrar, dada
la escasa iluminación.
Al fondo se observa la única zona
bien iluminada, es el escenario. Su decoración tiene tintes
navideños, guirlandas brillantes de colores, lucecitas de
árbol navideño, y de fondo cualquier cosa escrita con letras
hechas en poliuretano, desde un "feliz año nuevo" (aunque haya
pasado un mes) hasta un simple "bienvenido".
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Los
serviciales camareros (si hay blancos, hay buena propina,
creen) te acomodan donde más te guste.
Tienes para elegir:
o bien una mesa de las que hay en el medio del local o unos
sofás de eskai de estos que había antes en las cafeterías
(dos, uno frente al otro con una mesa en medio que está
atornillada al suelo).
Bien, pues una vez instalados,
los camareros te dan la carta porque dan por hecho que vas a
comer.
Si les dices que sólo bebes, se extrañan y
piensan "qué tío más raro".
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Otra
peculiaridad en Tailandia es que puedes llevar tú mismo la
botella de whisky y sólo pagas la coca-cola, el agua, o lo que
sea y un pequeño extra por el servicio.
Una vez que
llega lo que has pedido, no te lo ponen en la mesa, no. Traen
un carrito con estantes y allí ponen tu botella, los "mixers"
y el hielo.
Siempre tienes, como mínimo, un camarero
de guardia que no te quita el ojo o más bien no quita ojo de
tu copa.
En cuanto ve que va por la mitad, sin
preguntártelo, te la vuelve a llenar. Nunca han ententido que
a mi me gusta apurar la copa con esos trocitos de hielo que
quedan en le fondo. Si no quieres beber más tienes que
avisarlo con antelación para que no se precipite en cuanto te
des la vuelta.
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Vayamos al asunto de las chicas, que también
tiene su miga.
Un bar thai sin música en vivo es
como un cine sin pantalla.
Sobre el escenario se
encuentran las cantantes, todas juntas. Bailan al unísono,
pero no un gran baile no.
El baile es: un pasito adelante,
un pasito atrás.
En el medio está la que canta en ese
momento. La sorpresa viene cuando ves que de pronto empiezan a
entregarle a la chica guirlandas hechas de flores de papel e
imitaciones de billetes de curso legal.
No sabes de que va
la cosa y alucinas bastante.
Resulta que los
espectadores (puteros incondicionales) le dan una propina a la
chica y eso se representa con la guirlanda, cuanto mayor es la
propina más guirlandas recibe la chica, que luego pasa por
caja y las cambia por dinero contante y sonante.
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Luego,
generalmente va a sentarse con el que ha dado la mayor
propina. Lo que pase luego entre ellos ya es cosa suya. El
hecho es que lo de las guirlandas es para lucimiento de ambos,
"mira que rico soy" (de cara a la chica y al público
asistente) y "mira que guapa soy y qué bien canto"(de cara a
sus compañeras menos favorecidas).
La noche pasa y es
posible que se te acerque alguna cantante a charlar para ver
si luego cae algo, aunque no están acostumbradas a los blancos
y no suelen hablar inglés por lo que si no hablas thai no
tienes mucho que hacer allí.
Antes de irte te
empaquetan la botella si no la has terminado para que te la
lleves o bien te la guardan esperando que vuelvas a disfrutar
de tamaño espectáculo.
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La
música y las canciones son, obviamente, thais al 100 %. Vienen
a ser como la copla, por buscarle alguna
similitud.
Encontar estos bares no es fácil para el
simple turista porque no son llamativos.
Los servicios
Otra peculiaridad, muy
chocante para el novato, la encontramos en el meadero.
Cuando entrás ves que hay un chaval que es el que se ocupa
de mantenerlo todo limpio, de abrirte el grifo, de darte jabón
y una toallita.
Lo que no te esperas es que cuando
estás en plena micción, empiecen a masajearte los hombros y la
espalda.
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La
primera vez que eso sucede se te corta todo, hasta la
respiración, guardas todo en su sitio con premura y sales de
allí lo más rápido que puedes.
Con el paso del tiempo
y de las experiencias, ves que es costumbre que te masajeen
mientras meas. Luego hasta le ves la gracia.
Espero que
os haya servido de algo la información, aunque sólo haya sido
para pasar un rato.
Lógicamente no todos estos lugares
son exactamente iguales, pero a grandes rasgos son cómo los he
descrito.
Atentamente,
Herr Peter
Asta
"Der Koenig des Kindes"
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mailto:herrpeter@putalocura.com