DE ARMAS TOMAR
Mi experiencia con armas de verdad
Por Herr Peter Asta

Desde niño he tenido pasión por las armas. ¿Por qué? Sabe Dios! Habrá que preguntárselo a mi psicoanalista. Esta pasión, que no ha pasado desapercibida entre las personas que me rodean, me ha llevado a sentir auténtica adoración por las armas de fuego. Paradójicamente, no soy en absoluto violento. Por otra parte no he hecho el servicio militar.

Sin embargo, desde pequeño mi padre me adiestró en el manejo de estos artilugios, que, cómo él no se cansaba de repetirme, los carga el diablo.

Comencé, en mi más tierna infancia, con una escopeta, que vista con la perspectiva del tiempo, parecería de juguete, pero disparaba auténticas balas. Tomaba mis primeras lecciones en el jardín de mi casa disparando de pie, con la rodilla en el suelo, acostado, y mi blanco eran las clásicas latas de refresco.

Mi siguiente paso, ingrato por cierto, fue ir de caza. La escopeta que eligió mi padre no fue la más adecuada. El retroceso que tenía era excesivo para el cuerpo de un pre-adolescente.

Todavía recuerdo ese fuerte golpe en mi hombro. Por la cara de susto que puse, mi padre optó por buscar un calibre inferior. Un calibre 22 con mirilla telescópica resultó ser mucho más grato.

Sin embargo el hecho de matar animales gratuitamente no me satisfacía en absoluto, me resultaba más atrayente y justificado disparar a los seres humanos. Dejé el deporte (¿?) de la caza muy pronto.

Volviendo a fechas más recientes, tuve la oportunidad hace un tiempo de visitar Camboya. Entre otras atracciones, que ahora no vienen al caso, está la de hacer prácticas de tiro con las más diversas armas que uno pueda imaginar.

Este país de recientes conflictos internos, pone a disposición del visitante un auténtico arsenal con armas de lo más variopinto, desde la clásica AK-47 (Kalashnikov) hasta un lanza cohetes, pasando por granadas de mano con un radio de acción de 20 metros.

No pocos son los turistas, especialmente japoneses, que pasan una agradable tarde en el campo disparando a lo que se ponga por medio.

Y todo esto me lleva a la siguiente reflexión. ¿Qué satisfacción nos proporciona la utilización de las armas de fuego? Supongo que para cada persona debe de ser diferente.

En mi caso particular, la descarga de adrenalina es inmediata al empuñar la pistola o la ametralladora. Tensión, mucha tensión y al mismo tiempo un gran placer en cada disparo es lo que percibo en mi cuerpo.

Estamos ya demasiado acostumbrados a ver en los medios de comunicación armas de fuego. No somos conscientes de lo que son hasta que tenemos una en las manos.

En el momento en que sientes su peso, su tacto, su olor, su sonido, es cuando te das cuenta de lo que es realmente. Con ella tienes en tus manos la vida de los que te rodean.

En fin, unos se desahogan y se relajan tirándose por un puente atados con una goma, otros preferimos disparar ráfagas de M-16.

Herr Peter               

herrpeter@putalocura.com